"La crisis fiscal del Estado": breve comentario de la obra
Por Javier Vega Gómez
Siempre es bueno atender a las recomendaciones bibliográficas que te hacen, sobre todo si éstas vienen de la mano de personas expertas en la materia determinada sobre la que te aconsejan. En este artículo atenderé a un libro que fue recomendado por el propio profesor hará, creo, dos semanas. El libro en cuestión se titula La crisis fiscal del Estado cuya autoría le corresponde a James O’Connor. Trataré de comentar con brevedad los puntos que más interesantes me han resultado, así como las implicaciones que de tales se contraen. Señalar que la temática del libro versa sobre la crisis del Estado del capitalismo monopolista, es decir del Estado del bienestar. Temática que afronta desde la metodología marxista. Señalar, a modo de advertencia, que no entraré en valoraciones ni de la postura del autor ni del propio Estado del Bienestar, intentaré mantener la postura más aséptica posible.
Empezaré por lo que a consecuencias se refiere de la llamada crisis del Estado del Bienestar. La principal consecuencia de la de-construcción del Estado del Bienestar repercute sobre la propia legitimidad del Estado. Recordemos a este respecto que según Weber quien ejerce la dominación siente la necesidad de autojustificarse, es decir de considerar como legítima se propia actuación de dominio o ventaja, para que de esta manera los dominados acepten como válida tal dominación. Pues bien dado un desmantelamiento de las actuaciones "excesivas" del estado, el ciudadano perderá un punto de referencia para sentir legitimada la existencia del estado.
Para entender la obra aquí reseñada creo conveniente tomar en cuestión ciertos conceptos que guían la obra. A nivel de actores nos encontramos con dos sectores, el privado y el público. Dentro del sector privado tenemos las industrias competitivas organizadas por el pequeño capital y las industrias monopolistas bajo la tutela del gran capital. Dentro de los actores del sector privado se produce un conflicto entre el pequeño capital y el grande el cual se salda con la victoria, como es lógico, de éste último al cual absorbe y anulando la capacidad del pequeño productor. El sector público se caracterizaría por la intervención del estado en materia económica y social. Aunque no se encuentre reflejado en el libro podemos señalar que la intervención del estado se puede producir por tres frentes diferentes, en primer lugar mediante la prestación de servicios a través de la administración pública, en segundo lugar mediante la creación de empresas públicas y en tercer lugar mediante regulaciones. Frente a estas intervenciones la postura que toma el sector privado es ambivalente según señala O’Connor. Si bien se sitúa totalmente en contra de la creación de monopolios estatales empresariales no tanto sucede con la prestación de servicios. A lo cual añado yo, que tampoco se muestran favorables a las regulaciones, ya que éstas pueden limitar aspectos diferentes de sus "competencias" como bien puede ser la limitación de precios de sus productos. Pero en el hecho de que se muestren favorables a la prestación de servicios se encuentra el quid de la relación entre capital y estado. Relación que podríamos tildar de alianza, por ello el autor sentencia que la ayuda del Estado en general es un resultado esperable de los avances del capitalismo monopolista. A modo de resumen podemos decir que la función de la intervención del estado según O’Connor tiene como fin socializar el déficit del capitalismo así como socializar también sus costes sociales mientras que los medios de producción siguen en manos privadas. El propio autor define muy bien la esencia de esta relación al decir: "visto de esta forma el seguro social no es, básicamente, un seguro para los trabajadores, sino una especie de seguro para los capitalista y las grandes compañías" (pag 176).
Pero pasemos ya a qué se denomina en el libro "crisis fiscal del Estado", de forma concisa podemos decir que ésta consiste en un aumento mayor y más rápido del gasto gubernativo que del crecimiento de los ingresos de las arcas del Estado. Es decir estamos ante una cuestión de escasez. Algo que no se aleja de la realidad tengamos en cuenta que una de las peticiones al estado que con mayor fuerza resuenan hoy en día es la de la eficiencia. Algo que muestra muy bien la ambivalente posición que hacia la intervención del estado tenemos hoy en día ya que si por un lado no queremos que éste se retire de su extensa arena de actuación, es decir le seguimos exigiendo eficacia a la vez le pedimos eficiencia en el uso de los recursos, es decir que economice. A lo cual podemos añadir, y este añadido es mío, una secuencia en las transformaciones que el estado ha ido sufriendo a causas de las peticiones que al mismo se le han hecho. En primer lugar tendríamos la creación del estado liberal que pide contención y seguridad al mismo frente a la discrecionalidad del estado absoluto. En segundo lugar la petición de intervención dado los estragos que el capitalismo y la revolución industrial han causado en las masas obreras. Y en tercer lugar la eficiencia, dado la crisis fiscal que el estado "benefactor" ha sufrido, lo cual nos guste o no ha producido un recorte en las intervenciones del estado.
Sin más me despido, no sin antes animar a la lectura de "La crisis fiscal del Estado" dado que lo aquí comentado no es más que un muy conciso resumen de las conclusiones que he considerado más importantes.
La crisis fiscal del Estado: James O’Connor. Ediciones Península. Colección homo sociologicus. Barcelona. Traducen: Gerardo Di Masso Joseph M. Custodio y Maco Aurelio Galmarini.
Empezaré por lo que a consecuencias se refiere de la llamada crisis del Estado del Bienestar. La principal consecuencia de la de-construcción del Estado del Bienestar repercute sobre la propia legitimidad del Estado. Recordemos a este respecto que según Weber quien ejerce la dominación siente la necesidad de autojustificarse, es decir de considerar como legítima se propia actuación de dominio o ventaja, para que de esta manera los dominados acepten como válida tal dominación. Pues bien dado un desmantelamiento de las actuaciones "excesivas" del estado, el ciudadano perderá un punto de referencia para sentir legitimada la existencia del estado.
Para entender la obra aquí reseñada creo conveniente tomar en cuestión ciertos conceptos que guían la obra. A nivel de actores nos encontramos con dos sectores, el privado y el público. Dentro del sector privado tenemos las industrias competitivas organizadas por el pequeño capital y las industrias monopolistas bajo la tutela del gran capital. Dentro de los actores del sector privado se produce un conflicto entre el pequeño capital y el grande el cual se salda con la victoria, como es lógico, de éste último al cual absorbe y anulando la capacidad del pequeño productor. El sector público se caracterizaría por la intervención del estado en materia económica y social. Aunque no se encuentre reflejado en el libro podemos señalar que la intervención del estado se puede producir por tres frentes diferentes, en primer lugar mediante la prestación de servicios a través de la administración pública, en segundo lugar mediante la creación de empresas públicas y en tercer lugar mediante regulaciones. Frente a estas intervenciones la postura que toma el sector privado es ambivalente según señala O’Connor. Si bien se sitúa totalmente en contra de la creación de monopolios estatales empresariales no tanto sucede con la prestación de servicios. A lo cual añado yo, que tampoco se muestran favorables a las regulaciones, ya que éstas pueden limitar aspectos diferentes de sus "competencias" como bien puede ser la limitación de precios de sus productos. Pero en el hecho de que se muestren favorables a la prestación de servicios se encuentra el quid de la relación entre capital y estado. Relación que podríamos tildar de alianza, por ello el autor sentencia que la ayuda del Estado en general es un resultado esperable de los avances del capitalismo monopolista. A modo de resumen podemos decir que la función de la intervención del estado según O’Connor tiene como fin socializar el déficit del capitalismo así como socializar también sus costes sociales mientras que los medios de producción siguen en manos privadas. El propio autor define muy bien la esencia de esta relación al decir: "visto de esta forma el seguro social no es, básicamente, un seguro para los trabajadores, sino una especie de seguro para los capitalista y las grandes compañías" (pag 176).
Pero pasemos ya a qué se denomina en el libro "crisis fiscal del Estado", de forma concisa podemos decir que ésta consiste en un aumento mayor y más rápido del gasto gubernativo que del crecimiento de los ingresos de las arcas del Estado. Es decir estamos ante una cuestión de escasez. Algo que no se aleja de la realidad tengamos en cuenta que una de las peticiones al estado que con mayor fuerza resuenan hoy en día es la de la eficiencia. Algo que muestra muy bien la ambivalente posición que hacia la intervención del estado tenemos hoy en día ya que si por un lado no queremos que éste se retire de su extensa arena de actuación, es decir le seguimos exigiendo eficacia a la vez le pedimos eficiencia en el uso de los recursos, es decir que economice. A lo cual podemos añadir, y este añadido es mío, una secuencia en las transformaciones que el estado ha ido sufriendo a causas de las peticiones que al mismo se le han hecho. En primer lugar tendríamos la creación del estado liberal que pide contención y seguridad al mismo frente a la discrecionalidad del estado absoluto. En segundo lugar la petición de intervención dado los estragos que el capitalismo y la revolución industrial han causado en las masas obreras. Y en tercer lugar la eficiencia, dado la crisis fiscal que el estado "benefactor" ha sufrido, lo cual nos guste o no ha producido un recorte en las intervenciones del estado.
Sin más me despido, no sin antes animar a la lectura de "La crisis fiscal del Estado" dado que lo aquí comentado no es más que un muy conciso resumen de las conclusiones que he considerado más importantes.
La crisis fiscal del Estado: James O’Connor. Ediciones Península. Colección homo sociologicus. Barcelona. Traducen: Gerardo Di Masso Joseph M. Custodio y Maco Aurelio Galmarini.
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